domingo, 1 de octubre de 2017

CONTEXTO POLÍTICO Por Efraín Flores Iglesias Chilpancingo: basura, inseguridad y baches

El 30 de septiembre se cumplieron dos años del gobierno de Marco Antonio Leyva Mena en Chilpancingo. Dos años que han sido toda una eternidad… una eternidad de ineptitud y soberbia.
Leyva Mena fue postulado en 2015 como abanderado del PRI, a pesar de que había otros militantes con buen perfil.
Si llegó a la Presidencia municipal fue gracias al efecto Astudillo y el apoyo que le brindaron los grupos políticos del ex alcalde Mario Moreno Arcos y el ex diputado federal Jorge Salgado Parra.

El Chambitas –así fue motejado en las redes sociales desde el inicio de su administración– nunca armó ni encabezó estructuras al interior de su partido. Tampoco tenía experiencia en tareas de gobierno, por eso ha cometido errores tras errores desde su llegada al Ayuntamiento.

Pero eso sí, MAL –como también lo conocen por las iniciales de su nombre– le gusta rodearse y hacer equipo con gente soberbia e insensible como él.

Los colonos, trabajadores municipales y los recolectores de “La Basura Jefa” que le han protestado en el palacio municipal, lo tachan de mitómano, ya que es dado a incumplir compromisos.

Los dirigentes del PRI ya sabían cómo era y prefirieron “correr el riesgo” de postularlo como su candidato. De hecho, hasta presumían que era un hombre preparado para administrar el poder y realizar una excelente gestión. ¡Y sopas perico! Les salió maletas el discípulo de Carlos Sánchez Barrios y recomendado de Manuel Añorve Baños.

Las consecuencias ahí están. El Chambitas tiene a Chilpancingo como un chiquero, ya que hay basura aquí, allá y acullá.

Los comerciantes han amagado con depositar la basura que se genera en los mercados, nada más y menos que frente al domicilio del alcalde que se ubica en el primer cuadro de la ciudad. Ya los de “La Basura Jefa” le han demostrado que con ellos no se juega, pues se lo han ido a depositar en la explanada del zócalo, frente al palacio municipal.

Si en dos años no ha podido resolver el problema de la basura, no lo hará en el tiempo que le resta como alcalde. Lo peor de todo es que la acumulación de la basura en las calles puede derivar en un grave problema de salud pública.

¿Y los dirigentes del PRI? Bien, gracias. Muy calladitos y haciendo el papel de comparsas.

La inseguridad pública es otro de tantos problemas que aquejan a los chilpancinguenses, pues cientos de familias han sido víctimas de extorsiones, robos, secuestros.

Los delincuentes operan con total impunidad en las calles. Y esto ocurre a pesar de la presencia de policías y efectivos del Ejército.

Los levantones, ejecuciones y balaceras ocurren a cualquier hora del día. Es por eso que el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi) ubicó –el pasado 15 de junio– a Chilpancingo como la peor ciudad para vivir.

Que conste, el Inegi es una dependencia federal.

El pasado 25 de agosto, el Gabinete de Comunicación Estratégica (GCE) informó que por segundo año consecutivo, los habitantes de la capital guerrerense fueron los más insatisfechos en términos de la calidad de vida. ¡Zas!

La encuesta del GCE midió la percepción de la calidad de vida en las ciudades conforme a diez dimensiones. Preguntó a los ciudadanos sus opiniones respecto a la convivencia en su ciudad, su belleza natural, la calidad del aire, la oferta de vivienda –a precios que consideran razonables–, de escuelas públicas y de transportes, y les pidió que compararan su calidad de vida con el año anterior y el resto del país.

En Chilpancingo, como todos sabemos, dos grupos del crimen organizado se disputan a sangre y fuego el control del territorio, motivo por el cual han impuesto terror en la población. Y la violencia parece no tener fin, ya que algunos jefes policiacos y actores políticos han sido vinculados con los criminales.

El PRI ha tolerado la ineptitud y prepotencia de su “prestigiado” militante que gobierna la capital del estado. Y es muy probable que en 2018 lo premien con otro cargo. ¡Ya sería el colmo!

Hay priistas optimistas que confían ganar la plaza de Chilpancingo en 2018, bajo el pretexto de que la capital es “cien por ciento” priista y que hasta una vaca ganaría si lo postula el tricolor.

En el año 2000 también juraban que nunca se irían de Los Pinos, y se fueron.
En 2005 gritaban a los cuatro vientos que jamás se irían de Casa Guerrero, y se fueron.

Hoy por hoy la sociedad está más despierta e informada.

Los que creen que Marco Antonio Leyva es un buen presidente municipal, están completamente ciegos o viven en otra dimensión.

Ah, se me pasaba. Gracias a Marco Antonio Leyva la ciudad está llena de baches y que han ocasionado la descompostura de vehículos. Chilpancingo ya se parece a la luna por tantos cráteres.

Y no olvidemos que al gobierno municipal se le ha señalado de incurrir en serias irregularidades financieras.

¡Bonita carta de presentación para el PRI en 2018!

Nos leemos mañana, mis apreciados lectores.


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